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Invoquemos su poderosa ayuda para nosotros, para toda la Iglesia y para el mundo entero. |
Su nombre, Mi-ka-El, "¿Quién es como Dios"? Se
menciona cinco veces en las Sagradas Escrituras; tres veces en el libro de
Daniel, una vez en el libro de Judas y en el Apocalipsis de San Juan Evangelista. Es considerado "el jefe celestial supremo ", es decir, de los ángeles en la guerra
contra el mal, que en el Apocalipsis está representado por un dragón con sus
ángeles, y que fue derrotado en la lucha, expulsado de los cielos y lanzado a la
tierra.
En el Este San Miguel es venerado con el título de "archiestratega",
que se corresponde con el título latino de caelestis militiae princeps
(príncipe del ejército celestial) que aparece en la oración compuesta por el
Papa León XIII y recitada al final de cada Misa usus Antiquior, que a
continuación presento:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la
batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale
Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al
infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que
andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén
Sancte Michaël Archangele, defende nos in
proelio; contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi
Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae caelestis, Satanam
aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo,
divina virtute in infernum detrude.
Amen.
El 13 de octubre de 1884, después de terminar de celebrar la
Santa Misa en la capilla del Vaticano, León XIII se detuvo unos diez minutos y luego
se dirigió a su estudio sin dar explicaciones a los que le habían visto
profundamente preocupado. Inmediatamente escribió una oración a San Miguel
Arcángel, dando instrucciones de que se recitara en todas partes al final de
cada Misa rezada. El Papa dio su testimonio diciendo haber escuchado a Satanás y a Jesús, y que tuvo
una visión aterradora del infierno: "Vi la tierra envuelta en oscuridad
y de un abismo, vi salir legiones de demonios que se extendían en el mundo para
destruir las obras de la Iglesia y atacar a la misma iglesia a la que vi completamente
reducida. Entonces vi a San Miguel Arcángel no interviniendo en ese momento, sino
mucho más tarde, cuando el pueblo había multiplicado sus fervientes oraciones
al Arcángel y San Miguel apareció y
expulsó a los espíritus malignos en el abismo. "
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