Los obispos alemanes combaten para abrir el camino al divorcio y la homosexualidad. Pero seis de ellos se han disociado. Y un jurista critica a fondo en un libro las tesis del cardenal Kasper. "Es una crisis de fe", comenta el cardenal africano Sarah
de Sandro Magister
de Sandro Magister

ROMA, 29 de mayo de 2015 – Con una coincidencia temporal perfecta, precisamente mientras en el Vaticano, hace cuatro días, el consejo y la secretaría general del Sínodo de los obispos preparaban con el Papa Francisco la próxima sesión de la asamblea, el mismo día, en la cercana Pontificia Universidad Gregoriana, los presidentes de las conferencias episcopales de Alemania, Francia y Suiza y una cincuentena de obispos, teólogos y expertos de estos tres países, capitaneados por el cardenal Reinhard Marx, discutían a puerta cerrada sobre la manera de hacer pasar en el sínodo sus tesis reformistas sobre los dos puntos más controvertidos: el divorcio y la homosexualidad.
Alemania, Francia y Suiza se asoman al río Rin. Pero los asistentes a la reunión en la Gregoriana saben bien que la partida se juega en las orillas del Tíber, en Roma. Su ambición es ser, de nuevo ahora y como ya sucedió en el Concilio Vaticano II, la corriente ganadora de la renovación de la Iglesia universal: el Rin invadiendo con sus aguas al Tíber.
Al final de la reunión, los alemanes han emitido un comunicado en el que dicen que han «reflexionado en particular sobre la sexualidad como lenguaje del amor y don precioso de Dios, en diálogo intenso entre la teología moral tradicional y las mejores contribuciones de la antropología contemporánea y de las ciencias humanas".
Pero más que el comunicado, lo que es interesante es lo que los participantes se han dicho verdaderamente, según el resumen autorizado que de ello ha hecho el 26 de mayo "la Repubblica", el único periódico italiano que ha participado en el encuentro y, por casualidad, también el único periódico que lee el Papa, según ha dicho él mismo:
"Un sacerdote y docente habla con decisión de ’caricias, besos, coito en el sentido de llegar juntos, co-ire', como también de ’lo que acompaña a las luces y las sombras no conscientes de las pulsiones y el deseo'. Un compañero suyo: ’La importancia del estímulo sexual representa la base para una relación duradera'. Se cita a Freud. Se recuerda a Fromm. 'La falta de la sexualidad - se añade - puede igualarse al hambre, a la sed. La pregunta que la caracteriza es: ¿tienes ganas de sexo? Pero esto no significa desear al otro, si el otro no quiere. La pregunta debería ser: ¿tú me deseas? He aquí cómo el deseo sexual del otro puede unirse al amor'".
El episcopado de Alemania es la punta más avanzada y combativa de este frente reformista.
Su último pronunciamiento oficial - difundido en distintos idiomas a primeros de mayo - ha sido la respuesta al cuestionario difundido por Roma en vista de la próxima sesión del sínodo.
De esta respuesta se deduce que en Alemania ya se pone en práctica ampliamente lo que el magisterio de la Iglesia prohibe y el sínodo debería aún discutir. A saber: la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, la admisión de las segundas nupcias, la aprobación de las uniones homosexuales.
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